Soñamos con ser grandes, pero...
Nos pasamos la vida soñando con ser grandes para disfrutar de la libertad, porque claro, ¿quién no quiere decidir si desayuna cereales o galletas sin permiso de nadie? Pero cuando al fin lo logramos, la libertad viene con un combo inesperado: despertador a las 6 am, jefes que parecen de otro planeta y un saldo bancario que siempre está "en modo dieta".
El contrato invisible de la adultez...
Después, fieles al manual de la vida adulta, firmamos el contrato de "familia feliz" y nos transformamos en taxistas gratuitos, cocineros de menú infantil y expertos en ciencias escolares. Mientras dedicamos años a formar y educar a nuestros hijos, nos decimos: "Cuando crezcan, al fin será nuestro turno".
Cuando parece que llegó nuestro momento...
Pero cuando los hijos se independizan (o eso creemos, porque siempre hay un "mamá, ¿puedo volver por un tiempo?"), pensamos que ahora sí llegó nuestro momento… ¡pero no! Es la hora de cuidar a nuestros padres: visitas médicas, recetas, y un sinfín de "¿dónde dejé mis gafas?".
EL TIEMPO PASA
PERO COMO LO VIVAS DEPENDE DE TI
Y cuando finalmente creemos que la vida nos dará el aplauso final y podremos dedicarnos a nosotros mismos, nos damos cuenta de que ya estamos tan mayores que necesitamos ayuda para todo: desde recordar dónde dejamos las gafas hasta levantarnos del sofá sin un concierto de crujidos. Ahora somos esos abuelos que esperan pacientemente a que sus hijos (si tienen tiempo) les hagan un hueco en sus agendas. Al final, la vida nos devuelve al principio: dependemos de los demás, pero esta vez con bastón en mano y una lista de pastillas bajo el brazo.
Si bien parece que la vida tiene su propio guion escrito, lleno de etapas y roles que seguimos casi sin darnos cuenta, lo cierto es que no estamos obligados a ser simples espectadores. Tener un pensamiento crítico en cada momento nos permite cuestionar, elegir y vivir de forma más consciente. Porque si ya sabemos que el tiempo pasa y que cada etapa trae sus desafíos, ¿por qué no intentar disfrutarlo mientras tanto?
No se trata de rebelarnos contra el ciclo de la vida, sino de abrazarlo con ojos abiertos. Reflexionar sobre nuestras decisiones, darnos permiso para priorizarnos de vez en cuando y disfrutar de los momentos pequeños, esos que solemos pasar por alto. La vida puede ser un viaje lleno de responsabilidades, pero también está hecha de momentos únicos que solo percibimos si estamos presentes. El pensamiento crítico nos ayuda a recordar que no todo tiene que ser una carrera hacia lo siguiente. Podemos pausar, reírnos de las contradicciones de la vida, abrazar a nuestros seres queridos y valorar lo que tenemos hoy, porque mañana será otra historia. Vivir conscientemente no cambia las reglas del juego, pero sí transforma la manera en que lo jugamos.
