Escuchar de verdad en terapia: la importancia de la experiencia singular

01 11/2025

La escucha antes de la teoría

En terapia, la escucha no consiste únicamente en atender palabras, sino en dar espacio a la experiencia concreta de cada persona, tal como ocurre, sin encasillarla ni anticiparla. No se trata de aplicar recetas ni de interpretar de manera inmediata lo que se expresa, sino de permitir que los pensamientos, sentimientos y emociones emerjan en su singularidad. Esta postura no es solo técnica: es una condición ética fundamental en la práctica clínica.

Jaime Fernández Miranda, en su artículo La investigación y la práctica del psicoanálisis, retoma a Freud al señalar que el psicólogo debe sostener una posición de “no saber” durante la sesión. Suspender el saber no significa desconocimiento ni ausencia de teoría, sino permitir que la teoría permanezca como trasfondo sin invadir la escucha. De este modo, lo singular del paciente puede manifestarse sin verse reducido a conceptos preexistentes ni a expectativas sobre lo que debería aparecer.

El riesgo de anticipar la interpretación

Anticipar la interpretación o intentar encajar la experiencia en esquemas preconcebidos implica un riesgo: escuchar más a la teoría que a la persona que consulta. Miranda subraya que el caso clínico es siempre una construcción posterior: no es la experiencia viva del análisis, sino una narración elaborada a partir de ella. Cada relato, incluso el más fiel, está atravesado por la perspectiva del psicólogo y por sus concepciones teóricas. Por ello, la ética clínica exige no adaptar ni maquillar la experiencia para que encaje en una teoría o para favorecer la propia comodidad del psicólogo.

La singularidad del proceso terapéutico

Permitir que la experiencia emerja sin ser transformada de inmediato en teoría facilita que se expresen aspectos inéditos, emociones y conflictos que aún no habían sido articulados. Cada sesión es única, y cada proceso terapéutico también lo es. La singularidad constituye la base sobre la que se construye la comprensión clínica y un acompañamiento auténtico y respetuoso.

Desde esta perspectiva, la teoría cumple una función acompañante: ayuda a organizar, pensar y transmitir lo que se ha vivido, pero no debe sustituir ni reducir la experiencia real de quien consulta. La secuencia es clara: primero la experiencia, después la reflexión teórica. Invertir este orden puede dar lugar a una escucha que privilegia la teoría por encima de la experiencia singular, con el riesgo de impedir que ésta se manifieste plenamente.

Una ética de la escucha

La tensión entre lo singular y lo general constituye el núcleo del trabajo terapéutico. La singularidad del paciente se despliega en la sesión, mientras que la teoría permite ordenar y comunicar lo que se produce, sin sustituirlo ni reducirlo. Mantener esta tensión viva requiere atención, prudencia y conciencia de los riesgos éticos: no adaptar la experiencia a la teoría ni priorizar la comodidad conceptual sobre el encuentro real.

La ética de la escucha que Miranda destaca como central constituye también la base de mi trabajo como psicóloga. Este enfoque no solo guía la manera en que comprendo y acompaño a las personas, sino que refleja mi compromiso de ofrecer un espacio donde la experiencia de cada paciente tenga lugar antes de ser organizada, interpretada o teorizada.

Referencia completa:
Miranda, J. F. (2021). La investigación y la práctica del psicoanálisis. Psicoanálisis, (5), 63-83.